Una ruta llena de belleza que el Grupo recorrió, disfrutando de un día esplendido que
nuestros fotógrafos/as Begoña y Miguel Ángel Santiago supieron captar para dar
colorido a nuestro Blog, que junto a la crónica de nuestro amigo Isaac, pudimos hacer este
reportaje.
Gracias amigos
a. Astorga
RASCAFRIA – MONASTERIO DEL PAULAR (26–OCTUBRE-2022)
En el valle alto del río Lozoya, en la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama, en un lugar paisajístico incomparable, Enrique II de Castilla, primer rey de la casa de Trastámara, proyectó la creación del primer monasterio cartujo en Castilla. Su construcción fue comenzada por su hijo Juan I en el año 1390. La Cartuja fue favorecida y enriquecida por los siguientes reyes de esta casa real, Reyes Católicos incluidos.
Visitamos su claustro mayor de estilo gótico flamígero, donde se encuentra la serie de pintura “cartujana” de Vicente Carducho, de comienzos del siglo XVII. La mayor joya del monasterio, obra del siglo XV, es el retablo gótico, tallado en alabastro policromado y de estilo hispano-flamenco, que preside la iglesia del Paular. Destaca también la capilla del Sagrario o Transparente, obra cumbre del barroco español, del cordobés Francisco Hurtado.
Los frailes cartujos permanecieron en el monasterio hasta 1835, año en el que fueron expulsados por la ley de desamortización de Mendizábal, comenzando entonces el abandono y expolio del Paular. Hasta 1954 no volvió a ser habitado, con la vuelta de frailes de la orden benedictina, que son los que permanecen en la actualidad.
Lugar de una belleza incomparable y un remanso de paz, donde al pasear en el silencio, aún parecen escucharse los versos anónimos de un monje, que decía:
En un marco inigualable por el murmullo del Lozoya, el canto de los pájaros y la paleta cromática propia del otoño, tuvimos una ruta placentera desde Rascafría hasta el Paular, para continuar cruzando el puente del Perdón hasta las Presillas. Regresamos por el paraje tan singular que es el Bosque Finlandés, con sus abetos, chopos y abedules y el embarcadero en las aguas del río Lozoya.
Pese a todo, seguimos caminado, todavía, parafraseando al monje, disfrutamos de una jornada más, en la que cultivamos el cuerpo y el espíritu, que diría el clásico, para satisfacción de todos …