De
nuevo volvíamos a Buitrago de Lozoya, villa medieval situada a los pies de los
Montes Carpetanos, que debe su razón de ser al capricho del río Lozoya, qué a
través de su sorprendente meandro, la rodea y protege en sus tres cuartas
partes.
Algunos
historiadores la identifican como la antigua ciudad romana de “Libratum”, que Tito Livio en el siglo I
a.C. mencionara en sus escritos, si bien otros piensan en su origen árabe y que
su nombre deriva de la palabra “Beg Trago”.
Nada
más comenzar la ruta, siguiendo el curso del río por su margen izquierda, nos
encontramos con un espectacular mirador desde donde se contempla una
impresionante vista de los Montes Carpetanos, de las murallas que rodean la
villa y de las seis torres del castillo de estilo gótico mudéjar del siglo XV, que
fue señorío de los Mendoza en época cristiana.
Continuamos
bordeando el río dentro del bosque de pinares y encinas bajo una lluvia fina,
típica del mes de octubre, pensando en la bondad de esta climatología, que
permitirá que los cultivos de otoño e invierno germinen.
Más
adelante la lluvia cesó y por momentos llegamos incluso a ver el sol. A nuestra
izquierda, al otro lado del río, divisamos los restos de la llamada Casa del
Bosque, palacio manierista con influencias italianas, de finales del siglo XV,
que fue residencia de verano de la familia Mendoza y que algún tiempo llegó a
utilizar el rey Felipe III.
Poco
antes de llegar a la presa del embalse de Puentes Viejas, uno de los cinco
embalses que tenemos a lo largo del curso del río Lozoya, tomamos un corta
fuegos para adentrarnos más hacía el interior del bosque de Buitrago.
Con
la lluvia caída en los días anteriores, el bosque presentaba una especial
belleza, además de disfrutar del verdor reluciente del musgo y líquenes, pudimos
contemplar diferentes variedades de setas. Agradecemos a Félix las
explicaciones dadas sobre las mismas.
Girando
a nuestra derecha tomamos un camino que por el interior del bosque nos
conduciría de vuelta a la villa de Buitrago. En sus proximidades, de nuevo
apareció la bendita lluvia, pareciera que al igual que nos dio la bienvenida,
quisiera despedirse de nosotros.
Disfrutamos
de una ruta circular en el marco incomparable de esta villa medieval y pese a la
incomodidad que pudo suponer la lluvia, tuvo como compensación la belleza especial
que presentaba el bosque, debido a ella …
Isaac