El
Monte de El Pardo, considerado el mejor bosque mediterráneo de la Comunidad de
Madrid, situado en la vega del río Manzanares que lo atraviesa de norte a sur,
fue el marco de nuestra ruta de senderismo, completada con la componente
histórico-artística de la visita a la Quinta del Duque del Arco.
Si bien la mayoría de investigadores piensan que el nombre del monte se debe al color de la tierra, algunos lo relacionan con el oso pardo, abundante en otras épocas. En el libro de montería del rey Alfonso XI, escrito hacia 1340, se dice:
"El Pardo es un buen monte de puerco e invierno, et en tiempo de panes. Haber matado dos osos un sábado, antes de mediodía, que nunca vi dos osos mayores ni ayuntados en uno".
Entramos al Monte atravesando por su lado sur, la tapia que en el año de 1749 mandara construir Fernando VI, para una vez en el interior, continuar nuestra ruta hacia el este, por una senda rodeada de encinas, quejigos, jaras y romeros. Después de algún tiempo, la senda toma la dirección norte y tras una bajada, llegamos a la carretera de Somontes, que finaliza en el bello arco de la Puerta de Madrid, que da acceso a la Quinta.
La
Quinta del Duque del Arco, está situada en la zona conocida como Cuartel de la
Querada, en el sudeste del Monte de El Pardo. El año 1717, el Duque, Alonso
Manrique de Lara y Silva, Caballerizo Mayor del rey Felipe V y alcaide de El
Pardo, compró la Quinta de Valrodrigo, una casa de labor, edificando allí un
palacio y unos jardines barrocos con esculturas y fuentes.
El
palacio de una sola planta, sótano y buhardilla se asemeja al palacio de la
Zarzuela. Los jardines de gran belleza, al parecer diseñados por el francés
Claude Truchet, salvan el desnivel existente, mediante cuatro terrazas divididas
por muros de contención. Los elementos decorativos, esculturas, jarrones, fuentes
y un estanque, recuerdan al renacimiento italiano, no faltando también rasgos españoles.
Tras
la muerte del Duque en 1737, su viuda, la condesa de Montenovo, donó la Quinta
al rey Felipe V y a su esposa Isabel de Farnesio. El presidente de la Segunda República
Manuel Azaña, fue un gran defensor del Monte de El Pardo, de hecho, el comienzo
de la Guerra Civil le sorprendió en la Quinta, donde entonces residía.
Después
de la visita a la Quinta regresamos por la misma senda. La niebla de las
primeras horas, dio paso a un agradable sol durante la mañana, qué junto a la
benigna temperatura, propició que el grupo, contemplara con deleite los bellos
jardines y el entorno natural.
Sigamos
caminando, y juntos disfrutando …
Isaac
Estupenda salida, que todo el grupo disfruto de una mañana fantástica, la crónica como siempre muy interesante, lo que hizo que esta salida gustara gustara tanto a todos.
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