Hace
dos cursos comenzamos el programa de conocer los parques periurbanos de la
Comunidad de Madrid y continuando con ello en el nuevo curso, recorrimos en
esta oportunidad el Parque de El Soto, la zona verde más grande del municipio
de Móstoles.
Este
Parque de 44 hectáreas de extensión, fue durante siglos una dehesa, prado
comunal, que cada mes de junio y octubre el Ayuntamiento sacaba sus pastos a
subasta. En este lugar en el mes de noviembre, se realizaban las matanzas, que
permitían obtener carne y embutidos para el invierno.
La
abundancia de agua en la zona, el Arroyo del Soto cruza el Parque de este a oeste,
convertía el lugar en un punto de encuentro para las lavanderas, quienes
acudían allí a lavar la ropa y tenderla en sus praderas.
En
los años 80 este terreno de uso agrícola y de pastoreo, fue transformado en un pulmón
verde para la ciudad. Para ello, se desvió el cauce del arroyo, se construyó un
lago artificial, que atrajo a varias especies de aves acuáticas, se diseñaron
zonas ajardinadas y se procedió a la replantación de arbolado.
Entre
las especies de árboles más comunes del parque, se encuentran pinos, encinas,
olmos, chopos y castaños de indias. Además, la existencia del lago ha permitido
crear en el entorno del mismo, un hábitat donde podemos observar garcillas,
martinetes, abubillas, abejarucos o milanos, entre otras aves.
Comenzamos
una ruta circular entrando en el Parque por su lado este, seguimos el tramo del
Camino Real a Guadalupe hasta alcanzar el Arroyo, continuamos por su margen
izquierda, para tras cruzar un primer puente, dirigirnos al camino del lado norte
de este espacio verde.
Cruzamos
un segundo puente de madera, en dirección al lago central y después de bordear
el mismo durante un tiempo, regresamos al camino del norte por un tercer puente
sobre el Arroyo, cuyas aguas nacen en el municipio de Alcorcón y mueren en el
río Guadarrama.
Atravesando
un cuarto puente, el camino del este nos llevaría a la puerta inicial, donde dimos
por finalizado el recorrido.
En
una mañana soleada, dentro del agradable otoño madrileño, disfrutamos de una
marcha tranquila y relajada, en un espacio natural hoy, antaño de tierras de
labor y de pastos…
Isaac
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